El runrún interior

El runrún interior (57)

Pablo Batalla Cueto registra en su dietario pensamientos propios y notas de libros leídos y cosas vistas en Internet, escribiendo sobre la lectura de 'Maoísmo: una historia global', de Julia Lovell, o una observación de Michelet sobre la Revolución francesa.

/ por Pablo Batalla Cueto /

El runrún interior (56)

Martes, 28/6/2022. Dice Margarita Robles, ministra de Defensa, que «hay que ser contundentes en inmigración: detrás hay mafias». Me parece estupendo este espíritu de contundencia hacia todo aquello tras lo cual haya mafias. Pero no seamos selectivos e hipócritas: que caigan desde Isabel Díaz Ayuso hasta la FIFA, pasando por el sector eléctrico o grandes medios de comunicación como el que entrevista a Robles. Nada de mafias.

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Arturo Pérez-Reverte se declara a favor del derecho al aborto y ello ha levantado una pequeña polvareda en redes sociales. En la izquierda, hay quien declara su pasmo. A mí me resulta curiosa y medio preocupante esta extrañeza. Hay muchos tipos de conservador, y no todos son religiosos. Caricaturizar al enemigo, imaginárselo como un facha plano de El Jueves, es un grave error: nos hace ineficaces. En el caso de Reverte, estar a favor del aborto es perfectamente coherente con la ideología que viene transmitiendo desde hace lustros en sus artículos: la de un liberal francófilo, centralista y anticlerical, asimilable a lo que en países republicanos se conocería como un radical. No es ninguna marcianada. Una de mis preocupaciones en los últimos tiempos es comprender bien la(s) psique(s) de derechas, más allá de las parodias. Leer a (distintos tipos) de conservadores y reaccionarios, conocer sus razonamientos en su complejidad, saber distinguirlos. Me parece un ejercicio crucial.


Miércoles, 29/6/2022. Cada vez que termino un libro gordo (acabo de terminar El icono y el hacha: una historia interpretativa de la cultura rusa, un tocho de ochocientas densas pero interesantísimas páginas con el que llevaba meses de lectura intermitente) me acuerdo de aquello de Borges: enorgullecerse más de los libros que has leído que de los que has escrito. Siempre me he sentido muy identificado.

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Me hablan de una cosa que me deja patidifuso: sectores —por supuesto minoritarios, pero haberlos, haylos— de la ultraderecha española que dan la vuelta a la famosa máxima de Calvo Sotelo, prefieren una España rota a una roja y fantasean con secesiones salvadoras nazis a lo Pelayo: escindirse de España para rescatarla. Muy influidos, claro, por el clima estadounidense; la secesión de los estados rojos —en el Pantone político de allá, los republicanos— con la que fantasea ya el Partido Republicano. Ya se sabe: acusan a las izquierdas de yanquizar cuando no hay chifladura de allá que no embutan aquí aunque sea a martillazos.

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Se está gestando —Víctor Guillot lo comenta hoy en una columna en Nortes— una tormenta perfecta para triunfos derechistas sonados en Asturias. La agitprop en torno al impuesto de sucesiones, al asunto del lobo y a las peatonalizaciones en Gijón puede acabar siendo muy exitosa. Apelar, con sucesiones, a la clase media aspiracional; con el lobo, al medio rural; y con las peatonalizaciones, que han levantado mucha polvareda en la mayor ciudad de Asturias, a cierta clase obrera indignada con los atascos y los problemas de aparcamiento que han provocado. Me consta que el PSOE está preocupado: parece ser que manejan encuestas internas que arrojan que perdería Gijón, y, en lo que respecta al nivel autonómico, la estrella Barbón ha ido apagándose un tanto. En lo personal, veo a mi alrededor a socialistas pata negra, de los que votarían a la célebre cabra de un chascarrillo de Alfonso Guerra, muy furiosos con este tema y anunciando que no piensan votar a la alcaldesa Ana González. De la derecha en Asturias nos ha salvado históricamente la ineptitud homérica de la regresía regional y local, pero, como apunta Víctor, hay un tándem Adrián Pumares-Carmen Moriyón que sí sabe hacer la o con un canuto y cuyo previsible éxito puede ser la locomotora de una victoria mancomunada del Foro al que ellos impulsen hacia un buen resultado y el PP.


Jueves, 30/6/2022. Leo que decía Michelet que la Revolución francesa no empezó realmente el 14 de julio de 1789, con la toma de la Bastilla, sino exactamente un año después, con la representación simbólica del acontecimiento. La vida —como explica mi admirado José Manuel Querol en su último libro, El pueblo a escena— es puro teatro.

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Se cuenta del legendario kan Ahmed, que tenía un solo brazo, que ordenó matar a dos pintores que le habían hecho sendos retratos. Al primero lo mató por pintarlo con un brazo, porque era un insulto al Estado. Al segundo, por retratarlo con dos, porque encubría la realidad. Se salvó el tercero, que lo representó de perfil.

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Leo que, hacia 1960, se publicó en la URSS un cuento sobre un vigilante que descubría a Jesús de Nazaret al lado de un koljós, charlando con la Virgen María, a la que decía: «Hemos probado a los hombres de muchas maneras, con guerras, hambre… Ahora debemos ponerlos a prueba con una buena cosecha».

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Empiezo Maoísmo: una historia global, de Julia Lovell, un libro grueso y atento, no solo al maoísmo stricto sensu, sino a todas las, a veces sorprendentes, derivaciones que fue teniendo la cosa por todo el mundo, desde la atracción por Mao de los sesentayochistas, fascinados con lo que percibían como una revolución tan antiautoritaria que era capaz de volverse contra sí misma, hasta el siniestro Sendero Luminoso de Abimael Guzmán. En estas primeras páginas, leo esta curiosa cita de este último, evocando una clase de manipulación de explosivos recibida en China: «Cogimos un bolígrafo y el lápiz estalló, y cuando nos sentamos el asiento también estalló. Fue como un despliegue completo de fuegos artificiales […], perfectamente calculado para mostrarnos que cualquier cosa se podía hacer estallar si uno sabía cómo hacerlo. […] Esa escuela contribuyó mucho a mi desarrollo y marcó el comienzo de mi aprecio por el presidente Mao Zedong».

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Iván Álvarez: «Pobreza, desde el marxismo, no es algo cuantitativo, sino más bien cualitativo. No es tanto escasez o bajos estándares de vida como dependencia, institucionalización de la inseguridad y descontrol de las condiciones de reproducción de la vida misma. No es cuánto tienes, sino cómo».

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Un antisistema puede ser una persona tan «de orden» como el más recalcitrante de los conservadores si convierte su antisistemismo en una identidad o un papel predecible, invariable, en la coreografía de un régimen. Un régimen —decía Azaña— es su anverso y su reverso; su Gobierno y su oposición, incluida la extraparlamentaria. El deseo de orden no es un anhelo de uniformidad o autoritarismo. Las personas de orden no necesariamente odian la diversidad. Lo que quieren es que, existiendo muchas cosas en el mundo sublunar, cada una esté en su sitio, y haya un sitio para cada una. Y ese anhelo lo tiene el que desea que los suyos gobiernen, y le perturba que no lo hagan, tanto como el que quiere que los suyos se opongan, y le trastorna que gobiernen o asientan. El encefalograma es idéntico: horror ante el desencaje de la disposición imperativa de las cosas. San Agustín consideraba deseable la preservación de la existencia de los judíos, aunque abogase también por su marginación: era necesaria —explicaba— para un orden del que formaba parte la profecía de su conversión en, y solo en, el fin de los tiempos. Ser de orden es exactamente eso: querer que exista el Otro, necesitarlo, no anhelar su aniquilación, pero sí que el Otro nunca deje de serlo. En el momento en que uno acepta ser el Otro y nunca dejar de serlo, quedarse en el sitio y cumplir el papel que el régimen le asigna, tan de orden es como el otro.

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Leo, no sé si es cierto, que, en una ocasión, El Greco fue interrogado por la Inquisición como sospechoso de herejía. Su delito: pintar ángeles con las alas demasiado largas.


Viernes, 1/7/2022. Un juez del Supremo de Estados Unidos dice que la vacuna contra la covid-19 se creó usando células de niños abortados. En manos de estos anormales está la primera potencia mundial y, por ende, todos nosotros.

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Leo que observaba un reportero occidental en Yenan, santuario de la insurgencia maoísta, en 1944, que «si le haces la misma pregunta a veinte o treinta personas, desde intelectuales a obreros, sus respuestas son siempre más o menos las mismas. Incluso en cuestiones relativas al amor parece haber un punto de vista que ha sido acordado en reuniones previas».


Sábado, 2/7/2022. En Ohio, obligan a una niña violada de diez años a continuar su embarazo, y le dicen que lo considere una «oportunidad». Entre los talibanes y este sector cada vez más mayoritario del Partido Republicano de Estados Unidos no hay ya más diferencia que el hecho de que unos sean musulmanes y los otros, cristianos. Mismas ideas, misma lucha.

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Descubro este refrán latino: «Sutor, ne ultra crepidam». Significa: «Zapatero, no más allá del zapato». Se utilizaba para advertir a la gente de que no opinara de lo que no concernía a su campo. En efecto, también en la antigua Roma había cuñaos.


Domingo, 3/7/2022. Xan López: «Quizás la intuición fundamental del marxismo es entender que algo no es tanto una cosa con un propósito predefinido sino una relación social que también es un terreno de lucha. Marx con el capital. Gramsci con la cultura/ideología. Poulantzas con el Estado. Etcétera».

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Qué grima da cuando Televisión Española intenta lanzar un programa de entretenimiento alocado al estilo de los que emiten las privadas. Ese quiero y no puedo, ese señor Burns con gorro de Jimbo. ¡Gente bailando sin orden ni concierto! ¡Gente subiéndose a la mesa! ¡Mario Vaquerizo! ¡Cualquier cosa! ¡Risas!


Lunes, 4/7/2022. Cuenta Simon Leys que, en la Universidad de Wuhan, existía años ha un museo consagrado a una visita de Mao en 1958; y en ella, entre otros objetos expuestos, una camiseta sucia, cuidadosamente protegida por una vitrina. Al vérsela puesta a un estudiante que trabajaba en el taller de la Universidad, Mao había exclamado: «¡Muy bien, he aquí uno con trazas de verdadero trabajador!».

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Qué cierto esto de Chirbes en Los viejos amigos, novela maravillosa, como todas las suyas:

«La correosa resistencia de la clase a borrar sus fronteras. Los anarquistas y los comunistas sabíamos que lo primero que había que hacer, para conseguir un instante de igualdad, era quemar los registros de propiedad, los archivos. Yo, además, prohibiría los retratos si pensara en algún momento en conseguir un mundo igualitario, y no solo porque la forma de vestir que se descubre en los retratos revela la clase, sino porque hay una flexibilidad especial en los gestos, en la mirada, que solo la gimnasia de la clase repetida durante generaciones transmite».

Qué cierto también esto:

«Le pregunté si, al menos, seguía moviéndose dentro de casa. Me respondió sombrío: “No, apenas puede levantarse. Ya no sale de casa. Una agonía lenta. Al principio yo quería que llegara cuanto antes el final, pero ahora pienso que es mejor así. Parece que la muerte necesita un prólogo, una degradación previa; en caso contrario, nos resulta injusta, arbitraria; así, hartos de sufrir, de ver sufrir, la llamamos, y ella acude a la llamada, viene, y nos parece que ha ejercido una forma de justicia; aún más, una forma de caridad, la muerte”».

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«El 98% de nuestras hortalizas son recogidas a mano. Una a una», leo en un brick de gazpacho, y me parece bastante estúpida esta especie de alarde amish. ¿Qué problema hay en recoger las hortalizas con máquinas que hagan el trabajo más liviano, mientras sea una cosa sensata? ¿Qué tal si este brick empeñado en apelar a nuestra sensibilidad progresista nos hablase, mejor, de las condiciones de los trabajadores de la plantación?

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Patos en el estanque de Montfoucault, de Camille Pissarro (1874):

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Friedrich Schiller: «Vive en tu siglo, pero no seas su criatura; ofrece a tus contemporáneos lo que necesitan, no lo que alaban».

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Jónatham F. Moriche: «Cuando sujetos políticos orientados a la transformación social degeneran en “comunidades de consuelo”, sin más fin que “seguir siendo nosotros mismos”, toda teoría que ahonde diferencias con el exterior y cohesione el interior gana enteros, por objetivamente delirante que sea».

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Leo esta definición: un delito es un negocio sin capital inicial.

El runrún interior (58)


Pablo Batalla Cueto (Gijón, 1987) es licenciado en historia y máster en gestión del patrimonio histórico-artístico por la Universidad de Salamanca, pero ha venido desempeñándose como periodista y corrector de estilo. Ha sido o es colaborador de los periódicos y revistas Asturias24, La Voz de Asturias, Atlántica XXII, NevilleCrítica.cl, La Soga, Nortes, LaU, La Marea, CTXT y Público; dirige desde 2013 A Quemarropa, periódico oficial de la Semana Negra de Gijón, y desde 2018 es coordinador de EL CUADERNO. Ha publicado los libros Si cantara el gallo rojo: biografía social de Jesús Montes Estrada, ‘Churruca’ (2017), La virtud en la montaña: vindicación de un alpinismo lento, ilustrado y anticapitalista (2019) y Los nuevos odres del nacionalismo español (2021).

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