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Días de 2023 (6)

Nueva entrega de un diario no diario de Avelino Fierro, a quien encargan un libro sobre paseantes, caminantes y viajeros.

/ por Avelino Fierro /

«Durante el paseo no se debe tensar la atención de la mente; ha de ser más bien un juego agradable antes que algo serio. Ha de vagar sobre los objetos con ligereza… Con tal actividad la mente… se aguijonea gratamente». Son aseveraciones que están en El arte de pasear, libro escrito en 1802 por Karl Gottlob Schelle, contemporáneo de Kant. Añade, siguiendo al filósofo, que el interés por la naturaleza del paseante debería ser de orden estético.

De este autor, y de otros varios, he partido en mi recorrido literario para escribir un librito por encargo, un libro sobre paseantes, caminantes y viajeros. Sobre flâneurs, vagabundos y peregrinos. Sobre excursionistas y exploradores. A ello añadí —rebuscando en mis diarios— mis paseos nocturnos por la ciudad. Paseos, más que por alamedas para ociosos, por los extrarradios, por los barrios olvidados. También algunos entre las nubes, paseos ensimismados en esa «contemplación desinteresada» de que gustan los kantianos.

Cuando ya tenía redactado el libro, después de citar a muy variados paseantes y autores, iba cada día reparando en los olvidos. Quizá esta tarea sea inabarcable, y en algún momento tuve que concluirla. Había trazado un guion que me había parecido adecuado. Tenía las ideas bastantes claras y en el descanso matinal de un curso que estaba siguiendo sobre delitos informáticos —no parecía el mejor escenario, es cierto, pero lo tenía todo muy pensado—, redacté aquel índice de contenidos. Lo puedo reproducir aquí con mínimas variaciones sin tener que consultarlo; lo tenía bastante estudiado.

Así, escribí: Primeros pasos. Caminantes (Thoreau, Rousseau, Rimbaud, Herzog, Walser). Paseantes (Cioran, Kant, Nietszche). Ciudades (Nueva York, Europa). Haciendo camino (los poetas, Machado, Dante). Noches. Literatura (Hazlitt, Walter Benjamin, Baudelaire). Bosques y montañas. Serenidad, quietud (Huysmans, Xavier de Maistre, yo mismo siguiendo las crónicas de Andy). También hice un dibujo, un excursionista con sombrero, una pequeña mochila y un cayado.

Sin embargo, concluida la tarea, no he hallado ninguna satisfacción ni tranquilidad de espíritu, ni ese aliento de bienestar que brota de lo profundo del ser del caminante y le conduce más allá del más lejano horizonte, como nos dice el peregrino budista. Porque sigo encontrándome con otros paseos contados por literatos a los que admiro. Hasta en mis vagabundeos nocturnos de estos días, después de entregar mi manuscrito al editor, he creído percibir algo, algo más: nuevas sensaciones, nuevos estados, nuevos sorbos y bocados a algún pedazo del mundo. Ha sido exasperante; no sé cuándo podré cerrarlo.

Para mitigarlo pondré aquí tres citas. Una especie de conjuro para disculpar omisiones que me parecen imperdonables.

Una. Rilke escribe a Lou Andreas-Salomé, desde Ronda, el 19 de diciembre de 1912. Es una carta larga. En ella aparece este párrafo:

«Lou, quería decirte algo, tenía la sensación de que el entorno que de veras me ayudaría habría de ser parecido a aquél que compartimos en Schmargendorf: largos paseos al bosque, ir descalzo de día y de noche dejar crecer la barba, una lámpara al lado por la tarde, la habitación cálida y la luna siempre que haya luna, las estrellas si hay estrellas y, por lo demás, sentarse a escuchar la lluvia o la tormenta como si fuera el mismo Dios».

Dos. En el libro París, de Julien Green.

«Soy el camino que avanza a través de París, dice el Sena. He arrastrado muchas imágenes desde tu infancia y reflejado muchas nubes. Soy cambiante, pero como los hombres: tengo mis momentos de felicidad, al alba en Junio, y mis horas siniestras ciertas tardes de diciembre. Y sobre todo soy curioso, es lo que vosotros llamáis inundaciones. Tenemos en común, vosotros y yo, los eternos paseantes, y yo, el agua fugitiva, que nunca volvemos atrás: nuestro tiempo es mi espacio».

Tres. Los versos finales del poema de Cavafis, La ciudad.

La ciudad te seguirá. Vagarás
Por las mismas calles. Y en los mismos barrios te harás viejo
Y en estas mismas casas encanecerás.
Siempre llegarás a esta ciudad. Para otro lugar —no esperes—
No hay barco para ti, no hay camino.
Así como tu vida arruinaste aquí
En este rincón pequeño, en toda la tierra la destruiste.

Como escribe Antonio Pau en su excelente biografía de Rilke, el poeta descubre en su estancia en Ronda, en la escritura de La trilogía española, la soledad en la gran ciudad y también la soledad en campo abierto. Más tarde dirá de esta estancia española: «visiones violentas, paisajes extasiados…».

Las palabras iniciales del París, de J. Green son estas: «Muchas veces he soñado con escribir sobre París un libro que fuese como un largo paseo sin objetivo, uno de esos paseos en los que uno no encuentra nada de lo que busca, sino buen número de cosas que no buscaba».

Los versos de Cavafis hablan de ciudades y heridas, de los deseos que se marchitan, del viajero que recorre todos los murmullos del mundo y vuelve a casa, de todos aquellos caminos que siempre nos llevan a nuestra irremediable soledad.


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Avelino Fierro (Chozas de Arriba [León], 1956), licenciado en Derecho por la Universidad de Oviedo y fiscal de Menores de León, es escritor de diarios, poemas, dibujante y coleccionista de libros. Sus textos diarísticos han visto la luz en cuatro volúmenes: Una habitación en Europa (2010-2012)Ciudad de sombra (2013-2014), La vida a medias (2015-2016)Contra tiempo (2017-2018) todos ellos publicados por la editorial Eolas. También ha publicado Estatuas de sal: cartas (2020) y Calendario (2021).

2 comments on “Días de 2023 (6)

  1. Agustín Villalba

    Faltan los antiguos poetas chinos, que anduvieron mucho (Li Po y compañía).
    Y dos poetas que escribieron bastante mejor que Julien Green sobre la capital francesa: Léon-Paul Fargue con su célebre «Le Piéton de Paris» (1939) y el poeta Jacques Reda, que a sus 94 años sigue paséandose por ella infatigablemente, tras haber escrito varios libros sobre sus vagabundeos parisinos, entre los cuales:
    Les Ruines de Paris (1977).
    Recommandations aux promeneurs (1988).
    Le Sens de la marche (1990).
    La Liberté des rues (1997).

    Y entre los españoles, habría que ver lo que han escrito sobre el arte de caminar Unamuno, Azorín, Pla, Baroja… (cuyas memorias se titulan: «Desde la última vuelta del camino»).

  2. Agustín Villalba

    Réda – con acento.

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