El runrún interior

El runrún interior (125)

Pablo Batalla Cueto registra en su dietario pensamientos propios y notas de libros leídos y cosas vistas en Internet, escribiendo sobre unas declaraciones de Mónica García sobre la sanidad privada o el clima macarthista que asfixia el debate sobre la guerra de Gaza en Alemania.

/ por Pablo Batalla Cueto /

El runrún interior (125)

Martes, 12/12/2023. Pequeña polémica en torno a unas palabras de la flamante ministra de Sanidad, Mónica García, que, en una entrevista en la radio, dijo que la sanidad privada podía estar muy tranquila con ella de ministra; que no se le iba a atacar. Hay gente indignada en la izquierda. A mí tampoco me gusta oír esas caricias a un negocio funesto, pero me parece que lleva razón Ángel Munárriz: «Mónica García no quiere dedicar sus (escasos) recursos, tiempo y energías a unas batallas en campo abierto contra la sanidad privada que ahora mismo no puede ganar. Y evita generar unas expectativas que tendría que defraudar». Creo que también la tiene Tristán de Usera: «Puedes ampliar los márgenes de la conversación cuando tienes a miles de personas manifestándose en la calle, fotos de esa mani en las principales portadas y el tema en agenda. No hay declaraciones abracadabrantes que amplíen esos márgenes por sí solas». Ciertamente, hace gracia cómo hay gente que va de «científica» y luego es más romántica e intensita que el puto Herder; y que va de no creyente en los individuos, sino en estructuras, coyunturas y procesos impersonales, y luego tiene una fe en que la voluntad individual de un líder puede mover montañas que ni Carlyle. De todas maneras, creo que debemos tener cuidado con acabar siendo capaces de justificarlo todo, de no criticar nada a nuestros ministros, de permitirles instalarse en una zona de confort en la que puedan no esforzarse por cambiar nada, porque sepan que nosotros no se lo vamos a afear.

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Vuelve Crónicas marcianas. Antes volvió el Grand Prix. Tiempo de noventeras resurrecciones. También han vuelto los neonazis.

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Xan López, sobre las polémicas talas de árboles en el Madrid turbocochista de Ayuso y Almeida: «Opino que la tala de árboles sin un motivo perfectamente justificado debería estar muy regulado, si me apuran debería ser cuestión de Estado, en un país que ha declarado la emergencia climática. Especialmente si son de gran edad. Se arrasa en un día lo que lleva décadas rehacer».


Miércoles, 13/12/2023. Moción de censura en Pamplona, donde EH Bildu y el PSN acuerdan retirar a la alcaldesa Ibarrola, de UPN —que lo había sido con el apoyo del PSOE—, y Joseba Asiron volverá a ser alcalde. Estupenda noticia, porque lo es que el PSOE pierda el recelo a pactar con un partido impecablemente democrático y progresista como EH Bildu, y en genera a hacer cualquier cosa que la División Azul le presione para que no haga.

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Risas en el Parlamento Europeo en Estrasburgo, donde los aullidos de un perro se cuelan en los micros del pleno donde Perro, digo Pedro, Sánchez clausura la presidencia española del Consejo de la UE. Lo de este hombre es de otro planeta.

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En Polonia, un diputado de la ultraderechista Konfederacja es expulsado del Parlamento tras usar un extintor para apagar las luces de un candelabro de Janucá, la festividad judía. La edad de la penumbra.

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Hibai Arbide: «Es increíble el poder que tienen los programas de infotenimiento para poner a las redes a debatir sobre declaraciones de tal o cual política. Mientras suceden un montón de hechos de verdad, discutimos sobre frases, sobre palabras, sobre la nada».

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Una interesante reflexión de Xan López: «Si os fijáis mucha gente litiga en público las emociones que debemos sentir ante los acontecimientos, y cómo encaja eso con una identidad que siempre está en disputa. Si te debes alegrar por algo, o no. Una especie de vigilancia parapolicial de lo emocional. No es que crea que se puede evitar esto completamente (somos personas, no robots), pero sí creo que la tarea principal es entender cómo transforman los acontecimientos el terreno político en el que tienes que intervenir, quieras o no. Lo que tú sientas es un poco secundario. Básicamente: la frase “Ahora resulta que debemos alegrarnos por…” (y sus muchas variaciones) se repite constantemente, y creo que es algo sintomático».

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Se confirma el insistente rumor: Podemos irá en solitario a las europeas. Por mi parte, puente de plata. Con un simple eurodiputado se obtiene una morterada inconcebible de pasta y un número notable de puestinos que repartir: un eurodiputado tiene más asesores que un ministro. A por eso van, claro. Y hay quien cree que sacarán uno o dos escaños, pero yo predigo un batacazo como el de Carrillo en el ochenta y seis: sacarán algunas decenas de miles de votos, pero ninguna representación. Cabe recordar que, en las europeas, se puede votar a Bildu o al BNG o a ERC o a la candidatura plurinacional que monten viviendo en Cabezón de la Sal o en Villanueva de la Serena, y que muchos de quienes, desde posiciones de izquierda, detestan a Sumar, será lo que hagan. Podemos sobreestima su fuerza identificando como votante in pectore a todo izquierdista extra-galéuzkico que se opone a Sumar. Pero yo sé de mucha gente a mi alrededor con unas ganas locas de votar a un Oskar Matute o una Ana Pontón. Si montan una Confederación de Repúblicas Libres, o como se llame, que integre también a partidúsculos de otras regiones, como se ha hecho muchas veces, van a poner muy fácil a mucha gente ser su referente electoral en esos lugares.

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Sumar, con todos sus males, es lo que se pudo rescatar de una casa después de un incendio intencionado y apagado a destiempo: un a duras penas reconstruir una vida, un pánico absoluto al fuego y a la chispa, un que la tranquilidad sea lo que más se busque.

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La guerra de Gaza pone inquietantes las cosas en Alemania, el país más significado —por motivos fáciles de discernir— en un apoyo rocoso, absoluto, acrítico a Israel, que permea incluso al movimiento antifascista del país. Esto cuenta el periodista Hanno Hauenstein en un reportaje sobre la oleada de cancelaciones que afecta al sector cultural alemán, en una suerte de macarthismo contra cualquier forma de apoyo a Palestina:

«Un alto representante de una importante institución cultural alemana, que ruega permanecer en el anonimato, afirma que la condición de entorno excepcionalmente libre que ha caracterizado al país corre el riesgo de desintegrarse. Señala un temor generalizado a la pérdida del puesto de trabajo o de subvenciones: “Nadie quiere”, dice, “que se le asocie públicamente con [la cuestión Israel-Palestina]; la gente tiene miedo incluso a dar ‘me gusta’ a cosas en Instagram, algunos hasta han dejado de escribir correos electrónicos sobre el tema. Todo el mundo tiene miedo de decir o de hacer algo incorrecto”. Según el representante, el proceso de investigación de antecedentes adopta a menudo maneras informales, especialmente en lo que respecta a artistas musulmanes. “Viene alguien y dice: ‘Tal o cual persona me da mala espina’, y eso suele bastar para descartar una colaboración”, explica. “Es verdaderamente una forma de obediencia preventiva, foucaultiana, en la que todos han interiorizado las normas, y todos se vigilan unos a otros. Esa es la dirección que está tomando esto”».

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Charlie Vedella: «Hay una estrategia ancestral de cierta izquierda que consiste en plantear batallas perdidas, obviamente perderlas, y aparecer como la víctima que siempre tuvo razón. Esa izquierda no cambia la realidad ni la historia, pero consta en los retablos del martirologio».

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Juan Ponte: «En la izquierda, nunca se debe confundir proteccionismo con paternalismo. Las clases populares no son muebles a los que salvar de un incendio, como decía Paulo Freire».

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Arturo Puente, sobre lo de Pamplona: «Sánchez ha tenido que afrontar en Pamplona una muy complicada elección entre dar la alcaldía a Bildu y que la derecha diga que está vendido a ETA, o dejar la alcaldía a UPN y que la derecha siga diciendo que está vendido a ETA. Y ha decidido dejar de pagar fantas».


Jueves, 14/12/2023. Jónatham Moriche: «Pues claro que somos sanchistas, ¿cómo no vamos a serlo? Sanchistas del PSOE o Sumar, de Bildu o ERC, o sanchistas sin partido que votan con más o menos convicción a uno u otro para que, eso sí, gobierne Pedro Sánchez. Sanchismo es hoy, simplemente, la mejor España, toda ella».


Viernes, 15/12/2023. Leo contar en Twitter, a la cuenta Danié, que durante las huelgas de la vid de los años sesenta, las mujeres del Marco de Jerez contaban en cuartillas cómo se cosechaba la uva, se hacía el vino, se embotaba, se envasaba, etcétera, para que se supiera el trabajo que había detrás y lo poco que ganaban. No siempre, o no solo, los trabajadores se ponen en huelga o se movilizan en demanda de ganar más o trabajar menos, sino en la de respeto y reconocimiento a su trabajo. En los albores del movimiento obrero estadounidense —leo contar a Jónatham Moriche, que cuenta que lo leyó en El control obrero en Estados Unidos, de David Montgomery—, se negociaban y plasmaban en convenio cosas como que el patrono debiera quitarse el sombrero al entrar en la fábrica.

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El neoliberalismo nunca acaba con el Estado, sino que simplemente reorienta su misión (lo hace débil con los fuertes y fuerte con los débiles), porque sería profundamente estúpido acabar con semejante instrumento de legitimación. Es como renunciar a una varita mágica.


Sábado, 16/12/2023. Está teniendo un éxito tremendo La Zona, el podcast de mi buen amigo Jónatham Moriche. Su última entrega ha sido una interesantísima entrevista a la filósofa marxista Clara Ramas, una de las cabezas mejor amuebladas de mi generación y de este país; dos horas de conversación a la que no le sobra ni un segundo; un repaso erudito pero muy didáctico de la historia de la modernidad, de Kant para acá, del que he aprendido mucho, y del que me ha asombrado la capacidad de Clara de sintetizar lo oceánico y de explicar lo complejo, pero también el nivel de la conducción de Moriche, lo atinado de sus preguntas, lo brillante de sus comentarios. Lo mejor es que todo está hecho sin gastar un duro en medios, utilizando simplemente una nueva opción de Twitter de montar espacios de conversación hablada, a través de los micrófonos del ordenador o el teléfono móvil de cada cual. Tal como un buen maestro solo necesita una pizarra y una tiza (o ni eso), un buen podcastero solo necesita su voz. La Zona lleva siete entregas y todas han recibido miles de visitas; alguna, decenas de miles. El mérito es doble si pensamos que esta conversación con Clara Ramas ha sido la entrega más corta hasta la fecha: otras han durado hasta tres horas y media. Me recuerda, modestamente, al éxito que tienen a veces mis entrevistas de treinta páginas y hora y media de lectura en Nortes y otros medios. Internet puede ser perfectamente un espacio para el reposo y la paciencia si se hacen las cosas bien.


Domingo, 17/12/2023. Hojeo un voluminoso libro sobre la segunda guerra mundial titulado Europa en llamas, de 1975, que veo en casa de una amiga. Me cautiva la escritura de este primer párrafo del prólogo de Manuel Aznar:

«¿Europa en llamas? Tal es el título de este libro; y tal su contenido. Cuando mi memoria me devuelve a los años 40, no es solamente el resplandor de los destructores fuegos europeos el que ciega mis ojos, sino las llamaradas de un incendio universal. Porque, si, amén de las devastaciones españolas entre 1936 y 1939, ardieron casas, campos, cosechas, establos, talleres y factorías de Polonia, de Francia, de Inglaterra, de Noruega, de Holanda, de Bélgica y Luxemburgo, de Italia, de Albania, de Yugoslavia, de Grecia, de Checoslovaquia, de Hungría, de Rumanía, de Italia, de Austria, de Alemania y de la vastísima Rusia, ¿quién podrá olvidar los poblados filipinos reducidos a cenizas, los hogares y los templos birmanos convertidos en montañas de escombros, las aldeas de las ciudades chinas iluminando el horizonte como colosales antorchas, los ríos de Manchuria, cubiertos de pavesas, los puertos de Hawai envueltos en espesas humaredas, el horizonte mesopotámico, todo él una brasa, los caminos de Damasco chisporroteantes de balas trazadoras, Cirenaica y Tripolitania transformadas, bajo los soles del desierto, en escenario de una casi mítica guerra que levantaba hasta el cielo sus columnas de humo, Nagasaki quemándose igual que un carbón encendido, Hiroshima ofrecida a las deidades japonesas como un montón de huesos calcinados…? El mundo entero se vio envuelto en llamas. Pocos pueblos, por obra de milagro, dejaron de sentir el tormento del fuego en sus propias carnes; pero ninguno se vio libre de una angustia infinita, porque la hoguera de la conflagración mundial alcanzó hasta los más remotos confines del universo».

Al inicio del libro hay también varias citas destacadas, y entre ellas esta de Heidegger, en la que me parece que vibra una inquietante premonición de nuestro futuro:

«Cambiadas, habiendo perdido su propia esencia, la “guerra” y la “paz” caen en el extravío; han llegado a ser irreconocibles, no apareciendo ya ninguna diferencia entre ellas, han desaparecido en el desarrollo puro y simple de las actividaddes que, cada vez más, hacen las cosas hacederas. Si no se puede responder a la pregunta: ¿cuándo volverá la paz? no es porque no se pueda percibir el fin de la guerra sino porque la pregunta se dirige a algo que ya no existe, no siendo ya la guerra algo que pueda desembocar en una paz. La guerra se ha convertido en una variedad del desgaste del ente, que continúa en tiempo de paz. Contar con una larga guerra no es más que una manera, ya rebasada, de conocer lo que aporta de nuevo la edad del desgaste. Esta larga guerra, su duración, progresa lentamente, no hacia una paz a la manera antigua, sino hacia un estado de cosas en que el elemento “guerra” ya no será sentido como tal y donde el elemento “paz” no tendrá ya sentido ni substancia».

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Denis de Orihuela: «Me espanta pensar que viene huyendo de la bancarrota una remesa de argentinos minarquistas recién licenciados en económicas a explicarnos en nuestras radios, universidades y consejos directivos como cosechar los éxitos que les obligaron a emigrar para relevar a la camada de 2001».

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Chateaubriand: «Desgraciadamente el gran escritor que se pierde esparciendo ideas funestas, arrastra en su caída a otros talentos de menos extensión que el suyo: se asemeja a esos antiguos déspotas del Oriente, sobre cuyo sepulcro sacrificaban a esclavos».

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Un comentario interesante de Edgar Straehle, que comparto:

«Cada vez creo más que toda monografía de un pensador/a debería dedicar mucho espacio a su recepción posterior y estudiar cómo nos llegado al presente. Por ejemplo, cómo se asoció Maquiavelo a lo maquiavélico y cómo sin embargo influyó mucho en la tradición republicana, y cómo ha sido releído por autores como Gramsci. Cómo la obra de Vico pasó bastante desapercibida fuera de Italia hasta que se popularizó en los 1820. Cómo Hume fue inicialmente valorado sobre todo como historiador, y luego pasó a ocupar el papel que ocupa actualmente. Cómo Spinoza fue uno de los autores más influyentes (y temidos) del siglo XVIII y cómo ha sido releído en el siglo XX por autores como Deleuze o Negri. Cómo se han hecho lecturas tan raras de Hobbes (incluso como totalitario) y por qué se hablaba tanto de hobbisme en el XVIII. Cómo Rousseau pasó a ser el gran símbolo de la Ilustración (y de la Revolución Francesa) y luego a ser gran referente de un romanticismo leído en clave antiilustrada. Cómo Hegel fue asociado al nacionalismo alemán e incluso al totalitarismo. Cómo se asoció Nietzsche al nazismo y muchas otras cosas, y cómo fue releído por Bataille, Heidegger, Deleuze, Foucault y muchos más. Cómo Arendt y Benjamin se pusieron de moda, y bajo qué interpretaciones. O Foucault. O por qué Sartre o Bloch, entre otros, han dejado de estarlo. Un aspecto interesante es cuándo ciertos autores han sido olvidados y cuándo recordados (pensemos en Kant y los neokantianos). Y eso por no hablar de Weil, de una recepción mayormente póstuma. O de Wittgenstein. Muchas obras de filosofía se han publicado póstumamente».


Lunes, 18/12/2023. Luis Cernuda, 1947: «Tú no conocerás cómo domo mi miedo/ para hacer de mi voz mi valentía».

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Comenta Miguel Martínez en Twitter lo que llama «una idea a medio cocer», al hilo de una columna del jefe de opinión de Abc en defensa del canon occidental, frente al «moralismo científico aberrante» que «está destruyendo algunas de las instituciones más reputadas del mundo». Dice Miguel que «por dejación, la discusión pública de la alta cultura (por decirlo así rápido) está casi exclusivamente en manos de este tipo de intelligentsia dizue liberal de amplio espectro (El Cultural, Abc, Babelia). No parece que la mejor forma de luchar contra una visión patricia de la cultura sea dejándola exclusivamente en manos de los patricios». Entra al trapo Alfredo González-Ruibal, que apunta que eso es básicamente lo que ha hecho la izquierda en España desde los años setenta: dejar que el Abc quien defina qué es la cultura. Miguel le contesta que, en efecto, «ni siquiera durante el último ciclo político surgieron medios especializados en crítica cultural con una línea de izquierda»: ni siquiera eldiario.es ha llegado a sacar un cultural. Alfredo añade que, sí: «da la sensación de que los nuevos medios de izquierda asociaron la cultura de los culturales con valores conservadores. Se puede hablar de trap o series, pero no de ópera o poesía, porque es carca. Los intelectuales soviéticos de los años veinte habrían flipado con esto». Y entonces, se suma Moriche a la conversación, que lamenta los «años pataleando infructuosamente por esto. La música clásica no existe en la prensa de izquierdas salvo por los escándalos (solo El Salto tuvo una efímera sección). La poesía y el teatro, solo si son (ostensiblemente) sociales. Las artes plásticas, igual. Es desolador».

El runrún interior (126)


Pablo Batalla Cueto (Gijón, 1987) es licenciado en historia por la Universidad de Salamanca, periodista y corrector de estilo. Ha sido o es colaborador de los periódicos y revistas Asturias24, La Voz de Asturias, Atlántica XXII, NevilleCrítica.cl, Jot Down, La Soga, Nortes, LaU, La Marea, CTXT y Público; ha dirigido A Quemarropa, periódico oficial de la Semana Negra de Gijón, y desde 2018 es coordinador de EL CUADERNO. Ha publicado los libros Si cantara el gallo rojo: biografía social de Jesús Montes Estrada, ‘Churruca’ (2017), La virtud en la montaña: vindicación de un alpinismo lento, ilustrado y anticapitalista (2019), Los nuevos odres del nacionalismo español (2021) y La ira azul: el sueño milenario de la Revolución (2023).

3 comments on “El runrún interior (125)

  1. Agustín Villalba

    «Está teniendo un éxito tremendo La Zona, el podcast de mi buen amigo Jónatham Moriche. Su última entrega ha sido una interesantísima entrevista a la filósofa marxista Clara Ramas, una de las cabezas mejor amuebladas de mi generación y de este país; dos horas de conversación a la que no le sobra ni un segundo.»

    https://player.fm/series/la-zona-3538512/la-zona-07-como-nos-hicimos-modernas-con-clara-ramas-14122023

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