Elegancia y distinción
«La tranquilidad de conciencia de los afortunados es uno de los grandes misterios de la Naturaleza». Un artículo de Antonio Monterrubio
cuaderno digital de cultura
«La tranquilidad de conciencia de los afortunados es uno de los grandes misterios de la Naturaleza». Un artículo de Antonio Monterrubio
Pablo Batalla Cueto registra en su dietario pensamientos propios y notas de libros leídos y cosas vistas en Internet, escribiendo sobre el viaje espacial de Jeff Bezos, su fascinación por un poema de Margarit o lo que Emmanuel Lévinas contaba sobre un perro que apareció un día en un campo de concentración.
Michel Suárez escribe sobre la última Revolución francesa, de la que se cumplen, éste, 150 años, centrándose en el papel crucial del zapatero Napoléon Gaillard, un jefe de barricadas preocupado por conferirles belleza estética además de utilidad militar; en la Federación de Artistas y su propósito de socializar el lujo y el arte de élite.
Michel Suárez diserta, a partir de una anécdota personal, sobre cómo «hoy apenas restan espacios, públicos o privados, donde la vulgaridad más colosal no se haya convertido en obligatoria»; y disecciona después sin piedad los variopintos horterismos vestimentarios del arco político español, de Santiago Abascal a Pablo Iglesias.
Michel Suárez defiende la tradición y la posibilidad de la «elegancia radical»; del traje y la corbata vestidos con orgullo y distinción por proletarios, subversivos, anarquistas y revolucionarios en busca del «lujo comunal» esbozado por la Comuna de París, frente al gusto por el harapo y el relajo vestimentario del que han hecho norma en nuestros días nuevos plutócratas como Mark Zuckerberg.
Michel Suárez escribe contra «esos horribles, infames, ultrajantes y odiosos edificios que llaman ‘centros de enseñanza’», por una educación para la deliberación, el debate, la autogestión y la cooperación.
Arturo Caballero pasea por Barcelona atento a los grandes hitos arquitectónicos del modernismo catalán, cotejándolos con las descripciones del escritor de ‘best sellers’ Ildefonso Falcones.
Escribe José Manuel Querol que «la decepción seguirá siendo la patria de la izquierda mientras no entienda quién es el verdadero enemigo del hombre (el lobo), mientras atomice sus discursos, […] mientras, en definitiva, se invente paraísos varios y diversos para cada uno y no comprenda la fuerza enorme de la realidad y no ejercite la olvidada fraternidad como recurso único de defensa».
Pedro Luis Menéndez reseña ‘La virtud en la montaña: vindicación de un alpinismo lento, ilustrado y anticapitalista’, de Pablo Batalla Cueto, «un libro de historias, de microhistorias y de conversaciones a través de los siglos» cuyas páginas «están llenas de bien, verdad, justicia y belleza», que se presenta el 17 de diciembre a las 20:00 en la Casa del Libro de Gijón, y del que incluimos su introducción.
Escribe José Manuel Querol que «los agricultores catalanes y sus tractores, si hablaran inglés, habrían votado a favor del Brexit, y si hubieran emigrado en el Mayflower en 1620 a mejores y más libres tierras votarían a Trump, pero viven en la vieja Europa, llena de relatos fundacionales, de mitologías medievales: aquí reclaman la sangre y la tierra».
Una entrevista de Pablo Batalla Cueto al autor del ensayo ‘La democracia caníbal: el Leviatán y la amenaza fascista en el siglo XXI’. «El fascismo fue un ismo más. Toda la ideología nazi es en realidad una gigantesca performance; una invitación al individuo aplastado por el capitalismo a formar parte de algo más grande que él y a sentir que eso no sería tan grande sin él», afirma Querol.
El hombre de la era digital ya no se viste: se cubre. Su único Dios es la comodidad, es decir, el conformismo. El arte de vestirse demanda tiempo y esfuerzo, estudio y observación, autoconocimiento y ensayo. No plegarse a la estética del rebaño, que algunos llaman discreción, exige la determinación de encontrar nuestra propia voz; nos librará, además, del ridículo de ser iguales que los demás hasta en la voluntad de ser diferentes (Borges).
Miguel Ángel Suárez Escobio es un ludita del siglo XXI que reivindica todo aquello que fue arrumbado por la eclosión de la civilización de las máquinas: la lentitud, la tranquilidad, la pereza, el altruismo, el disfrute sosegado de las cosas bellas de la vida.