Los cuadernos pálidos (29)
Del murmullo del mundo registra Tomás Sánchez Santiago en esta ocasión el misterio de una «Taberna Humana», un hueso de vaca sobre un banco o la luz limonera de octubre.
cuaderno digital de cultura
Del murmullo del mundo registra Tomás Sánchez Santiago en esta ocasión el misterio de una «Taberna Humana», un hueso de vaca sobre un banco o la luz limonera de octubre.
Del murmullo del mundo registra en esta ocasión Tomás Sánchez Santiago una carrasca corpulenta de Soria, un muchacho que arrastra un violonchelo o el pavor de los habitantes de La Palma ante la erupción de un volcán.
Del murmullo del mundo registra en esta ocasión Tomás Sánchez Santiago el escándalo blanco de la luna llena entre las barbas nocturnas del agua, una cola en el banco o los vendedores ambulantes en la playa.
Del murmullo del mundo registra en esta ocasión Tomás Sánchez Santiago un hombre que pasea un ramo de rosas por la calle, el sabor acre de la recriminación o el arte de ser discreto (cultivar todos los modos de no comparecer).
Del murmullo del mundo registra en esta ocasión Tomás Sánchez Santiago los dimes y diretes sobre vacunas en una cola en el mercado, la desolación de tirar un bolígrafo ya agotado o un caracol sobre el empavesado.
Del murmullo del mundo registra en esta ocasión Tomás Sánchez Santiago una mujer que canta absorta y desmandada por la calle, un hayedo rojizo y espectral o la partida de Zagajewski.
Del murmullo del mundo registra en esta ocasión Tomás Sánchez Santiago la melodía despiadada e imperturbable del afilador, unas cortinas colgando de una casa demolida o el funambulismo de una comba de nieve de ventana a ventana.
Del murmullo del mundo registra en esta ocasión Tomás Sánchez Santiago el resplandor herido del crepúsculo en el cielo de una tarde, unas ramas de canela, la derrota de Trump o a un músico callejero que toca la mandolina.
Tomás Sánchez Santiago registra en esta ocasión del murmullo del mundo el sarcasmo cruel del anuncio de un banco en cuyo cajero duerme una sin techo, el aullido de la felicidad en el idioma sin causa de la infancia o cómo la historia exige repetirse con contadas variantes.
En su registro mensual del murmullo del mundo, Tomás Sánchez Santiago se fija en una frase suelta escuchada en la calle («No se pueden andar dos caminos»), la psicología culinaria de la zanahoria a la que el agua hirviendo reblandece y el huevo al que endurece o un fuerte golpe de aire que revuelve las hojas caídas de las acacias y las arrastra calle abajo.
Tomás Sánchez Santiago registra en esta ocasión del murmullo del mundo unas rosquillas fritas con sabor a infancia, el ajetreo de refugiados en Trieste o una luz rosa que enfunda el espinazo de unas montañas.
Del murmullo del mundo registra en esta ocasión Tomás Sánchez Santiago la desfiguración de los oficios debida a la pandemia; la desaparición del presente y del tiempo ardiente del instante, sustituido por versiones en diferido; el levantarse del cielo entre ropajes sangrientos o la tierra adherida a unas patatas.
Tomás Sánchez Santiago sigue registrando el murmullo del mundo bajo los auspicios de «un forcejeo de nubes en el cielo, que toma otras vestimentas que se van superponiendo azarosamente. Es como si se estuviera probando las primeras indumentarias para asistir, más adelante, a la fiesta amarillenta del otoño. Finales de agosto».
El poeta y novelista Tomás Sánchez Santiago se incorpora a EL CUADERNO con un almanaque desconcertado donde se combinarán hechos y apreciaciones de corto alcance con otros sucesos que dejan escuchar el murmullo del mundo, que se inicia con esta entrega.