/ La escritura encubierta / Ricardo Labra /
Pablo Neruda tituló sus memorias con un significativo Confieso que he vivido. Miguel Munárriz podía haber dado una vuelta a este título y firmar su Escritura contra el tiempo con un «Confieso que he leído». En realidad, la vida de un escritor, más que por los años transcurridos o por los hechos más o menos notables que hayan acontecido en los mismos, puede contarse por los libros que ha leído o que ha escrito. Miguel Munárriz sigue las migas de pan que ha dejado en las páginas de sus libros —leídos y escritos— para trazar en este libro lleno de libros, además de una biografía literaria, una poética encubierta y un verdadero tratado sobre el ars vivendi.
Miguel Munárriz, poeta, prestigioso periodista cultural y afamado gestor cultural, ha tenido en estos últimos meses su annus mirabilis, ya que en un corto intervalo de tiempo se han ido sucediendo una serie de libros en los que su implicación ha sido determinante: como en Auténtico Aute (Ya lo dijo Casimiro Parker, 2020), donde se ha encargado de realizar las antología poética y de escribir dos epílogos sobre la obra poética y pictórica del polifacético Luis Eduardo Aute; y Los últimos del XX: antología de poesía (1980-1997), en la que reúne con acierto a los poetas más prometedores de las últimas hornadas de poetas asturianos; así como también ha realizado una función de coordinación —de antólogo— en el reciente libro de cuentos publicado por Zenda, 2030, con «dieciséis cuentos de ocho hombres y de ocho mujeres», como nos precisa su compilador. Pero, de todos ellos, el más personal desde el ámbito creativo de Miguel Munárriz, y también más distintivo, es la Escritura contra el tiempo: ayer fue miércoles toda la mañana. Un libro que, además de llevar el sello de Luna de Abajo, cuenta con la complicidad de Daniel Mordzinski, al que se le puede denominar sin excesos, no un fotógrafo de literatos, sino un consumado retratista literario.
De La escritura contra el tiempo: ayer fue miércoles toda la mañana —que he tenido el privilegio de prologar—, me voy a permitir realizar dos calas que tienen mucho que ver con los intereses de esta sección: La escritura encubierta. La primera cala podría titularse: La rayuela de Miguel Munárriz. Debido a que el autor de La escritura contra el tiempo toca en este comentado capítulo de su libro «Un relato breve y casi real: 20 cuentos que hay que leer», uno de los temas palpitantes de este tiempo, el de los cánones subjetivos, fundamentados en la experiencia lectora del homo aestheticus. Miguel Munárriz lo que nos dice, incitadoramente, es que hay que leer estos cuentos antes de que el tiempo se nos vaya de las manos, porque en ellos se encuentran algunas de las claves con las que podemos despejar los arcanos y los enigmas de nuestra propia existencia. En realidad, Miguel Munárriz establece un juego con su interlocutor, pintando una rayuela con 20 casillas que el lector debe recorrer para completar la lectura de este capítulo. En ese recorrido iniciático lo que no cambia es el número de casillas, pero sí su contenido. El lector enseguida contrasta sus coincidencias y discrepancias con la relación propuesta por Miguel Munárriz, comprobando sus afinidades y señalando sus desacuerdos. En realidad, más que una relación de cuentos es una selección de escritores dilectos, ya que Munárriz, en la mayoría de las ocasiones, aprovecha el cuento elegido para hablarnos de las peripecias vivenciales y de las cualidades literarias de su autor. La relación propuesta por Miguel Munárriz es la siguiente: Poe, Arreola, Maupassant, Stevenson, Chéjov, Kafka, Kipling, Hemingway, Borges, Monterroso, Carver, Cheever, Onetti, Salinger, Capote, Dorothy Parker, Cortázar, Rulfo, Quiroga y Clarice Lispector.
Dentro del juego de esta rayuela literaria —que a través de su relación nos propone Miguel Munárriz—, echo en falta, por ejemplo, el cuento de Ambrose Bierce «Un suceso en el puente sobre el río Owl» y el impresionante «Wakefield» de Nathaniel Hawthorne, por no citar otros cuentos como «Pipá» de un autor tan cercano como Leopoldo Alas Clarín, todo un precursor del cuento en España. Pero cada escritor y cada lector tienen sus preferencias. Pienso que Jorge Luis Borges, si se le pudiera preguntar, también modificaría algunas de las predilecciones de Munárriz, y que entre las suyas no dejaría de citar el cuento de «El Hechizado» de Francisco Ayala, según el argentino uno de los cuentos más memorables de las literaturas hispánicas.
Como se puede comprobar, el acierto de «Un relato breve y casi real: 20 cuentos que hay que leer» está en el juego intelectual que Miguel Munárriz propone al lector, en los insondables caminos que abre a la lectura, más que en los caminos lectores que completa.
La segunda cala o incursión en La escritura contra el tiempo de Miguel Munárriz podría titularse La sospecha, naturalmente me refiero al epígrafe titulado en su libro: «La broma infinita de Adolfo Bioy Casares (A.B.C.)». Una rememoración literaria —más bien un relato evocativo— de su encuentro en Oviedo con el autor de La invención de Morel. El título de este epígrafe contiene una clave que remite a La broma infinita, la magna obradel escritor estadounidense David Foster Wallace. Pero, ¿qué tiene que ver Bioy con Wallace?, se puede preguntar inicialmente el bienintencionado lector al encontrarse con este sorpresivo encabezamiento, hasta que llega a establecer, no sin una sonrisa en los labios, su vinculación con el tenis, deporte profesado con entusiasmo por Bioy y uno de los argumentos centrales de la mencionada novela de Wallace; conexión a su vez reforzada por Alfaguara, editorial que también antologó en sus Cuantos de tenis (2012) a estos dispares escritores. En este relato evocativo Miguel Munárriz lanza la pelota al aire con un potente saque liftado, y plantea con maestría el inusual tema de la sospecha que siempre tiene el escritor de no ser leído. En realidad a un falso lector, a un impostor literario, enseguida se le desenmascara. Solo hay que hacer una o dos preguntas bien planteadas. Bioy Casares esgrime en esta rememoración todo un formulario, hasta llegar en el acorralamiento al que somete a su posible lector a las cuestiones decisivas, que culminan de manera sorpresiva para el escritor. El hacedor de «Lo desconocido atrae a la juventud» —relato que forma parte de El héroe de las mujeres (Emecé, 1978)— comprueba en letra propia que no todos los lectores son impostores. Habitualmente, las personas que leen de verdad suelen permanecer emboscadas en las páginas de los libros, por lo que el escritor en raras ocasiones tiene la oportunidad de encontrarse con el lector para el que escribe. Este permanente desencuentro, o permanente encuentro con la trivialidad, la frivolidad y la cursilería, hace que el escritor siempre permanezca en guardia ante sus declarados lectores. La indagación y la profundización de esta perspectiva novedosa dotan a este singular relato evocativo de un interés que transciende lo meramente literario.
En realidad, la vida de un escritor, más que por los años transcurridos o por los hechos más o menos memorables que hayan acontecido en los mismos, puede contarse por los libros que ha leído o que ha escrito, como demuestra Miguel Munárriz en La escritura contra el tiempo: ayer fue miércoles toda la mañana. Un libro que contiene muchos libros, pero que también es un acta personal de los libros vividos, transformados, como diría Unamuno, en carne y memoria. Un libro lleno de sorpresas, de hallazgos y de aciertos, ante el que en ningún momento el lector dejará de sorprenderse, de divertirse y de aprender de sus sapienciales páginas.

Miguel Munárriz
Luna de Abajo, 2021
232 páginas
14,90 €

Ricardo Labra, poeta, ensayista y crítico literario, es licenciado en filología hispánica y en antropología social y cultural por la UNED, máster en historia y sociología cultural por la Universidad de Oviedo, Universidad en la que se doctoró en investigaciones humanísticas con la tesis Ángel González en la poesía española contemporánea (Luna de Abajo, 2019). Perteneció a Luna de Abajo (grupo de referencia ineludible para explicar la poesía y la poética de los ochenta) y fue director del Aula de poesía de la Biblioteca de Asturias «Ramón Pérez de Ayala» durante los primeros años noventa. Es autor de diversas antologías y estudios literarios, como Muestra, corregida y aumentada, de la poesía en Asturias, Las horas contadas: últimos veinte años de poesía española y La calle de los doradores; así como de los libros de relatos La llave y de aforismos Vientana y El poeta calvo. Como poeta ha publicado los siguientes libros de poesía: La danza rota, Último territorio, Código secreto, Aguatos, Tus piernas, Los ojos iluminados, El reino miserable, Hernán Cortés, nº 10 y La crisálida azul.
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